sábado, 11 de diciembre de 2010

Lo mas Pancho

Hoy es el cumpleaños de mi hijo menor, el varón. Este niño se caracterizó desde chico por dos cosas. Por un lado su habilidad extrema para los deportes y por otro lo pésimo estudiante. Todos los disgustos que me daba con su colegio primario lo compensaban con su habilidad para jugar al futbol. Parte de mi felicidad consistía en ir a verlo jugar al club Harrods Gath y Chavez. Llegue a conocer tanto su juego que por ejemplo antes de patear un tiro libre yo decía a los padres que estaban mirando al igual que yo a sus hijos, adonde iba a ir el tiro y si iba a ser gol.  Su zurda era mágica, pero se caracterizaba por la calidad de su juego y lo espectacular de sus goles, este niño no hacía goles comunes, pareciera que si no eran de calidad prefería no hacerlos.

Jugaba horas y en una oportunidad lo saqué en andas de la cancha totalmente acalambrado, lo llevé al medico del club que me dijo está extenuado, lo daba todo dentro de una cancha.

Pero lo que hoy quiero contar no es sobre sus proezas deportivas, sino de cuando termino el colegio primario en el Hans Christian Andersen. Como sus dos hermanas mayores habían ingresado una al Nacional Buenos Aires y la otra al Carlos Pellegrini, en casa tomamos la decisión que independientemente del resultado el debería también dar el examen de ingreso. Por lo tanto me dirigí a su colegio primario a comunicarlos que mi hija no concurriría a ese colegio en la secundario, que rendiría examen de ingreso al Nacional Buenos Aires, (colegio por el cual él opto, talvez por la admiración que siempre tuvo por su hermana mayor). Una vez allí, al comunicarle al dueño del colegio nuestra decisión (Sr. Merengada), este me explicó que mi hijo jamás aprobaría dicho examen de ingreso, pero que de todas maneras mejor esperase unos minutos que la licenciada (Lopego), me lo iba a explicar más claramente.

Esta dulce mujer sencillamente me comunicó que mi hijo no era aplicado, inteligente, constante, y que someterlo a un ingreso tan riguroso iba ser perjudicial para él. Debo confesar que casi me convenció, pero dijo de todas maneras, aguardé unos segundos -dijo- que quisiera que también hable con la dueña, la esposa del Sr. Merengada.

Esta mujer abordó la situación explicándome que el colegio de ella era muy superior al Nacional, a lo que yo aduje "no creo, 0a ese colegio fueron un montón de presidentes, los cinco premios Nobel, etc.". Esta mezcla de Mirtha Legrand y Zulma Lobato me especto en mi propia cara ¿Y qué? “De acá egresó Facundo Pastor”.

Si algo necesitaba escuchar para tomar una decisión fue eso. Facundo Pastor tiene tal fascinación por lo truculento que merece un tratamiento psicológico. El odio que siento por el, es similar al que siento por Arjona, pero como soy masoquista, cuando haciendo zapping lo encuentro me quedo escuchándolo. En una de sus últimas apariciones el inefable Facundo Pastor informaba que los vecinos de Acoyte y Rivadavia habían bautizado a esa esquina como "La esquina del miedo", también he notado la influencia que este prócer del periodismo argentino tiene sobre los nuevos noteros de la televisión). Este pelotudo no solo se caracteriza por lo amarillo de sus investigaciones, sus comentarios, su persecución de ladrones de gallinas (jamás se va a meter con un poderoso), el por ejemplo fue el único periodista que vio el cadáver de Yabran, (curró con eso). Me mata como titula las notas, "El parque del pánico", "La bocacalle del infierno", "La estación de las desgracias", "El pasaje del oprobio" (no esta no, no sabe lo que quiere decir oprobio), "la cortada de los difuntos", "La rotonda sangrienta", "La barrera de los disparos nocturnos"

Retomando, llegue del colegio de mi hijo abatido. Le cuento a mi ex, lo que dijeron el colegio, esta sólo contestó "Va a entrar". Y asi entre la confianza de su madre, las alucinaciones mías con Facundo Pastor, mi hijo comenzó a preparar el ingreso. Y lo hizo de la misma manera que jugaba al futbol, no renunció a su esencia, no hizo caso de las miradas poco alentadoras de todos. Yo lo arengaba con lo que me habían dicho en el colegio, y le decía "No vas a entrar", apelando a su espíritu competitivo. Hoy a la distancia talvez pienso que los años de mandatos impuestos, autoimpuestos, autoadhesivos, trasladables, tan livianos, tan vacíos de nada sirven, que en la escuela  a los chicos necesitan que alguien les enseñe pero que le diga también que sirven.

En ese ingreso mi hijo aprendió que los sueños no se escriben, se pelean, se luchan, se defienden y se cuidan (como en el futbol) y eso lleva esfuerzo, que cuanto mayor sea la búsqueda mayor será la recompensa. Se transformo pero no perdió calidad (en Matemática se sacó 50/50, ninguna de sus hermanas obtuvo ese puntaje)

Hoy te daría estos consejos, no escuches a los monigotes cortados con molde de moraleja, moralina y buenos ejemplos. Abrite siempre en los caminos de la duda, esquiva los atajos. No compres un mapa de tu vida, nadie podría hacerlo por vos. Y si la letra que lees no es la tuya y "si las voces que escuchas son "lo que para mi vos deberías", canta fuerte, agarrá tus cosas y salí de ahí. Anda bien lejos por los caminos que te lleven tus piernas y solo ellas. No camines sobre los pasos de esas letras y esas voces, aunque te quedes parado. Cuando alguien venga a ofrecerte la mano, no importa que tan débil te sientas, antes de aceptar mira para arriba, busca los ojos. Una mirada hipócrita y tenebrosa tiñe una cara por completo. No le temas a los miedos de otros. Déjalos temer. Vos viví. Aprende a reconocer siempre a los oradores del la corrección. Ignóralos pero siempre conócelos. Están ahí para repetir a quien sea y como sea todo los que a ellos les fue dicho. Te brindan recetas, te venden la medida del éxito, te imponen maneras. Sólo existen para recordarte lo que se espera de vos, sin importar lo que vos esperas.

Lo contrario de libre no es encerrado, es sometido. Y es preferible una libertad peligrosa que una servidumbre tranquila y que en la vida a diferencia de los ingresos es mejor saber algunas preguntas que todas las respuestas.

Pero este es un blog de historias, y la historia termina en que mi hijo aprobó aquel ingreso. Cuando se enteró de la nota, vino a buscarme al bar en donde yo estaba, rodeado de los que sólo saben perder. Al enterarme le dije vamos a tu viejo colegio, quiero que esas brujas se enteren que pudiste, las quiero putear.... pero mi hijo me dijo "anda vos, yo te espero afuera (no le gustaban la revanchas, o al menos no necesitaba esa), yo sentí que el entendía lo que el sentía en ese momento, lo había entendido todo.  Lo miré, lo vi. allí parado en el bar, cansado, parecía un hombre realizado, había dado todo por algo en lo que el creía... y yacía exhausto como en la cancha de futbol pero victorioso. Me pidió plata para una coca, se la dí y se fue caminando sólo por Cabildo, sin festejos, sin estridencias, sin revanchismos, solo.......lo mas Pancho.



PD.: Hoy si…
Hoy si, hoy me animo
Esta vez, si
Aaaaaahhhhhh
Bueno NO
Mejor no
La puta madre que lo parió.

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