domingo, 19 de junio de 2011

Tiempo en una botella

Muy pocas veces hablé de mi viejo o lo mencioné en el blog. Probablemente porque para hablar de él necesitaría un espacio aparte.
En la vida uno no sabe lo que busca hasta que lo encuentra, que es lo que le gusta hasta que lo pierde y uno no extraña a alguien hasta que se aleja para siempre, lo pierde. Y como a los buenos recuerdos no se lo entierran hoy voy a escribir sobre mi viejo.

Y pienso que para hablar de él tengo que dividir la historia en dos partes. La primera hasta mis veintiséis años en el que su frase hacia mi era casi exclusivamente "No me rompa los huevos, carajo", entonces yo ya sabía que me tenía que quedar callado, sino cobraba. Era un tipo callado en ese momento, solo habría la boca para decir que aquel amigo no era buena compañía, o para responder frente al Kiosco "Nene, no tengo plata, déme tres paquetes de Embajadores (El cigarrillo que el fumaba). Era capaz de hacerme hacer laburos que me demandaban tres horas y que el podría hacer en quince minutos,  me obligaba a asumir la responsabilidad sobre mis acciones. Era el que decía" NO" sabiendo que lo odiaba por eso. Entonces si en ese momento me preguntaban ¿Tu viejo era malo?, yo contestaría "Si era el mas malo del mundo". No toleraba la mentira y a mi me leía el pensamiento (estoy seguro), habilidad que pienso desarrollo jugando a las cartas (era  jugador profesional de cartas). No nos dejaba ver televisión, no soportaba a los vagos ni a los "Mariquitas" como el les decía. Mi viejo era fuerte, invencible diría  con esa voz que asustaba...A los buenos recuerdos no se los entierran dicen algunos, otros dicen que "Podrás olvidarte de todo" no es cierto... ¡Porque no morirás sin recordarlo!
Recuerdo a esos años de mi vida como a esas cajas que uno guarda sabiendo que no deben tirarse pero tampoco deben abrirse.

Pero a mis veintiséis años, si hay algo que se llama destino, creo que fue el que me ubicó en esa silla y en esa Navidad, en el que él habló y yo escuché, vaya si escuché. A los dos meses de esa noche descubrimos que el pucho no es una adicción (es una sustracción, (cosa que aún no entendí) y mi viejo enfermó y de manera terminal.

Falleció once meses después pero en ese lapso lo visité  todos y cada uno de los días... y ahí… si que habló, ¡¡¡ahí lo conocí!!! Al principio quizás temiendo el famoso "Cría cuervos y te sacaran los ojos" o mejor escrito "Ocúpate de la alimentación de las aves córvidas, y estas te extirparán las córneas, el iris y el cristalino. Sentí que sintió la necesidad de empezar con la absolución, pero lo interrumpí y comencé a hacerle preguntas con la necesidad de realmente conocer a quien había sido mi viejo y que podía enseñarme.

Y así fue que escuche la versión de la historia pero contada por su protagonista, sin interpretes ni intermediarios. Arrancó con un: "A mi no me tocaron buenas cartas de entrada ", sabe usted (Si, me trataba de usted) y asi me relató toda su vida, a veces las palabras sobran, sólo a veces (Por suerte). Pero a medida que pasaban los días, la (su) historia mejoraba, empezaba a tener gusto a victoria. Me decía... y un día logré dejar de afeitarme y eso le sabía a victoria, porque el era mozo y se tenía que afeitar todos los días. En su sabiduría a medias me decía que era alguien parecido al que soñó ser cuando era chico allá en España. El sabía lo que era revolver la harina para encontrar los caramelos, cavar la tierra para descubrir un tesoro oculto. Odiaba a los indiferentes, para mi viejo vivir significaba tomar partido.
Abrió su baúl y yo fui testigo de todo lo que en el guardaba, de pie enfrentó a su destino, internado se sacaba la mascara de oxigeno y en el hospital me pedía un pucho (Y yo se lo daba).

Todos los días su relato comenzaba como pidiéndome perdón "Ya no tengo coartada, ni argumentos me decía, pero yo lo invadía con mis signos de pregunta que sirvieron para que complete su historia, jurándole que esos signos de pregunta no eran despiadados verdugos que dictaminarían una sentencia. Y me enseño que atravesando los infiernos está la claridad y atravesando el miedo está la libertad. "Viva de tal forma que cuando muera sea usted el que ría y los que se queden sean los que lloran, y no al revés", y así fue.

Uno de sus  últimos días  arrancó con un "Creo que me equivoqué...", pero yo no me equivoqué con él y le pregunte:

¿Fuiste feliz?

¡¡¡Mucho!!!  -Me contestó desde el alma que le daba fuerza a sus pulmones- Ante la eficacia y contundencia de su respuesta entonces y -sólo entonces- me quedé tranquilo.

Su enfermedad avanzo, los médicos habían bajado los brazos (pero él no), yo lo sabía tan fuerte que esperaba, soñaba un milagro (La regla a veces sueña con ser excepción).

Falleció en la bañera, pero no era mi viejo, lo había reemplazado un actor y este impostor es quien se dió por vencido (aún hoy pienso eso) había llevado ese día al baño su perfume y su crema para la cara (hasta el último día cuidó su imagen), en un claro indicio de que el viejo hubiese querido vivir y fumar un tiempito mas…

Y lo que todos creímos puntos suspensivos eran, en realidad, puntos finales.
Si, puntos finales. Uno • detrás • del otro •
Entonces hoy no es tan triste evocarlo en el día del padre aunque no esté, sobre todo si ese muerto sigue con vida al menos adentro nuestro.

"No me rompa los huevos, carajo" era una frase con la que mi viejo remataba todo diálogo conmigo y con cualquier otro interlocutor. Claro que los otros no lo sabían y trataban de decir algo más, sin saber que la mente de mi viejo ya estaba muy lejos de ahí, haciendo cosas mucho más interesantes, como debe estar haciendo en este momento.

Viejo no me creerías si te confesara lo cerca que a veces que me duele tu lejanía, todavía tengo la radió Spica que se me cayó del colectivo ese día que íbamos a ver al Deportivo Español y que armaste e hiciste funcionar nuevamente (No sin antes cagarme a palos por boludo), verla me emociona mas que el plasma… decía lo cerca que a veces me duele tu lejanía y lo mías que hoy son tus palabras...
Simplemente hoy no hay más historia. (La vida es un cuento narrado por un idiota).

Nos divierte muchísimo compartir historias con todos ustedes. Muchas gracias por permitírnoslo, nos hemos cagado de risa (mucho con Chris y Damehelio), hemos compartido alegrías, momentos serios, momentos de dolor. Por loco que parezca lo hemos hecho.

Gracias a todos ustedes, lectores, por eso.

Gracias por preocuparse por mí, en más de una ocasión.

Gracias por colaborar con nosotros enviando sus historias.

Gracias por estar ahí hasta ahora.

Gracias a los que siempre enviaron mensajes  y a los que leyeron en silencio.

Con Damehelio y con Chris (mi cuñado) compartimos otra actividad (apenas un poco mas rentable que esta de escribir post) y hasta tanto pongamos el laburo al día no volveremos a postear. Que se le va a hacer el laburo y los post no van juntos...Pero a modo de yapa les pedí a ellos, que amaron a sus viejos y que ya no están, escriban algo sobre ellos.

A continuación pongo a disposición lo mejor de mí - es decir, a mis amigos -  y Chris por favor que no sean esta vez posdatas.

Fe de erratas generalizada: En los cuarenta y seis post anteriores donde dice soy debería decir somos, donde dice hice debe decir hicimos (Y en muchos casos hicieron).


Viejo, mi querido viejo (Cuento para Nicolás)
Érase una vez una niña traviesa que gustaba de entretenerse con una gomera en el fondo de su casa plagada de árboles varios, de frutales, bananeros, de plantas  y  de animales de granja y no tanto. Sí los no tanto eran aves exóticas, monos y ñandúes, halcones y pájaros parlantes, garzas y faisanes.  Esa niña sentía esa casa como mágica pues era como jugar y vivir dentro de  alguno de los cuentos de Horacio Quiroga, cuentos de la selva daría la escenografía de jungla adecuada para describir ese escenario tan particular establecido en plena ciudad y que dejaba asombrados a sus amigos y vecinos, a sus compañeros de colegio primero y de facultad después, por lo particular del lugar, por lo particular de los que la habitaban, por lo particular de su dueño, que un día decidió que así quería vivir, dándole su escaso y cansado tiempo a esa casa y a ese hobbie tan sacrificado que era dedicarse a atender con dedicación tantos animales. Todos los días después del trabajo y todos los fines de semana sin descanso. Pero era feliz, eso lo hacía muy feliz.
Y esa niña fue creciendo y admirando a ese ser tan particular y diferente, que hacía lo que quería, lo que le gustaba, porque sabía que se lo había ganado. Trabajador incansable, madrugador sin tregua, que no conoció de subsidios ni avaló subsidiados, acuñó la frase “lo que hacen para no laburar”, poseedor de  un sexto sentido para detectar vagos, fuerte y rígido a los ojos de todos, noble a ultranza, honesto a rajatabla, pero sensible y bondadoso con los que se dejaba conocer, ocurrente para apodar a sus allegados y poseedor de una mirada clara  que pasaba de la seriedad más escalofriante  a la complicidad más tierna.
Amante del campo, de los asados y del lechón, de la familia, de su esposa a la que llamaba mamá,  de la mesa grande llena de nosotros, sus cinco hijos y sus 11 nietos, leal a sus hermanos, admirador de Gardel, de los western, de Bonanza y de El Gran Chaparral.
Los habitantes de esa casa fueron testigos de sucesos que luego pasaron a ser anécdotas tan graciosas como increíbles.
El día en que se nos escapó una yegüita Pony y se largó a correr por la Avenida Triunvirato, de contramano y al galope y los chicos corriéndola de atrás esquivando el tráfico para alcanzarla temiendo que se perdiera. O aquel otro día que tomó vuelo hacia la calle la garza apodada García  y que cada vez subía más alto hasta que se posó en la punta del semáforo de la esquina,  atraparla fue una verdadera odisea, Anita, la madre, pudo llegar a tirarle de una de las patas hacia abajo y la garza le picoteaba la cabeza, pero había que traerla antes que el dueño llegara de vuelta a la casa. 
Miles de situaciones disparatadas se sucedieron en esa casa, en esos tiempos en que todo estaba en su debido lugar.
Y esa niña que se hizo adulta un día decidió que quería ser madre, y lo fue de un varón al que lo llamó como su padre para homenajearlo y para que ese niño llevara por siempre el sello de su abuelo, nada menos que su nombre. La alegría fue inmensa, indescriptible, pero tan maravillosa como corta, pues  la vida le jugó mal a ambos.
La niña nunca entendió bien porqué él tuvo que irse justo en ese momento ¿es que acaso Dios pensó que ella no era capaz de amar a los dos? ¿Por qué no pudieron vivir  en el mismo tiempo? ¿No había suficiente espacio en la Tierra para ambos? ¿Por qué no llegó a  acunar también a su niño como hizo con los demás y apretarlo contra su pecho al borde de la asfixia cantando Tino Tino?
Esa niña es Damehelio.

Gracias papi por haberme tenido.
Te amo
Listo
Cuñado: En este blog tengo el papel de ser "posdata", trabajo detrás de escena, para que los protagonistas brillen. Pero como pasa siempre quien cocina, se lleva el pedazo de carne más rico, yo en este caso, no quiero escribir, soy persona de pocas palabras. Soy un excelente “resumidor” de escritos... puedo reducirlo a una Frase. "Feliz Día del Padre".

Hice un videito recordando a mi viejo, Corto pero intenso como yo!!.




P.D.: No quiero, justo hoy, mostrarme en mi pequeñez, verme ridículo pero trate de encontrar un tema musical para este post. ¿Y que encuentro? que el pelotudo de Arjona le compuso a su padre un tema que lleva precisamente el titulo de este post "Tiempo en una botella" y que dice:


Buscaría en la botella tu sonrisa
Y tú forma de andar por el mundo
Si pudiera una botella guardar tiempos de ayer
Buscaría volverte a ver

Obviamente no lo vamos a poner, aún no estamos preparados, es mas nos pone violentos. La redacción de este tema prueba que el dinero no asegura una educación mas o menos básica. Estamos seriamente evaluando ofrecerle nuestros servicios lingüísticos en el dialecto que Arjona habla, cobrarle y así seguir posteando.

Analicemos este trabajo innovador y tan original:     Buscaría Volver[te] a ver
En castellano se puede anexar a un verbo un pronombre en este caso es [te]. El quilombo se presenta cuando tenemos una frase verbal (como es el caso de 'volver a ver'), ¿A qué verbo se lo ponemos al [te]? Ese [te] hace referencia a un vos. La acción o verbo que recae sobre el [te] es el ver y no el volver. La frase correcta entonces quedaría "Buscaría volver a verte"

¿Se entiende Arjona? Si no tenes un manejo elemental del idioma, abstenete de hacerlo, hace como mi viejo y adherite a los inconmensurables beneficios del silencio. Particularmente amo el café por ende odio los "TE" ¡¡¡soy ateo!!!

Ademas aprendete las canciones que escribís y, cuando te pongan la música, hace como que cantas. Dejate de joder con el play back, no servis ni como fingiente. ¿Cómo este tipo está vivo todavía? ¿Cómo lo dejan cantar? ¿Cómo?... ¿Cómo?...

Arjona no queremos volverte a ver y mucho menos volverte a escuchar.

PD1: Mi viejo se llamaba Roberto (igual que yo) y para quien sigue este blog resulta obvio que en nada me parezco a él, yo toqué fondo, rebajo el detergente de la cocina con agua, me coso las medias  y aprendí en Utilisima los sábados a las dos de la mañana como hacer veladores con cartulina. Talvez obsesionado por sus relatos de tesoros enterrados es que decidí tener una vida fácil, bastaba con desenterrar uno de ellos para solucionarla, pero no fue así. En contraposición mi hermana se llama Victoria y es la encargado de continuar su lucha, yo no puedo dar esa batalla sospecho que en algún lugar del camino contraje el Bacilo de Koch.

PD2: Envío desde aquí un deseo de pronta recuperación a Miguel padre de mis amigos Miguel y Graciela quien ha sido operado a sus 86 años y que está tan bien que no ve la hora de ver a Huracán en la B.

No hay comentarios:

Publicar un comentario