Muy pocas
veces hablé de mi viejo o lo mencioné en el blog. Probablemente porque para
hablar de él necesitaría un espacio aparte.
En la
vida uno no sabe lo que busca hasta que lo encuentra, que es lo que le gusta
hasta que lo pierde y uno no extraña a alguien hasta que se aleja para siempre,
lo pierde. Y como a los buenos recuerdos no se lo entierran hoy voy a escribir
sobre mi viejo.
Y pienso
que para hablar de él tengo que dividir la historia en dos partes. La primera
hasta mis veintiséis años en el que su frase hacia mi era casi exclusivamente
"No me rompa los huevos, carajo", entonces yo ya sabía que me tenía
que quedar callado, sino cobraba. Era un tipo callado en ese momento, solo
habría la boca para decir que aquel amigo no era buena compañía, o para
responder frente al Kiosco "Nene, no tengo plata, déme tres paquetes de Embajadores
(El cigarrillo que el fumaba). Era capaz de hacerme hacer laburos que me
demandaban tres horas y que el podría hacer en quince minutos, me obligaba a asumir la responsabilidad sobre
mis acciones. Era el que decía" NO" sabiendo que lo odiaba por eso.
Entonces si en ese momento me preguntaban ¿Tu viejo era malo?, yo contestaría
"Si era el mas malo del mundo". No toleraba la mentira y a mi me leía
el pensamiento (estoy seguro), habilidad que pienso desarrollo jugando a las
cartas (era jugador profesional de
cartas). No nos dejaba ver televisión, no soportaba a los vagos ni a los
"Mariquitas" como el les decía. Mi viejo era fuerte, invencible
diría con esa voz que asustaba...A los
buenos recuerdos no se los entierran dicen algunos, otros dicen que
"Podrás olvidarte de todo" no es cierto... ¡Porque no morirás sin
recordarlo!
Recuerdo
a esos años de mi vida como a esas cajas que uno guarda sabiendo que no deben
tirarse pero tampoco deben abrirse.
Pero a
mis veintiséis años, si hay algo que se llama destino, creo que fue el que me
ubicó en esa silla y en esa Navidad, en el que él habló y yo escuché, vaya si
escuché. A los dos meses de esa noche descubrimos que el pucho no es una
adicción (es una sustracción, (cosa que aún no entendí) y mi viejo enfermó y de
manera terminal.
Falleció
once meses después pero en ese lapso lo visité
todos y cada uno de los días... y ahí… si que habló, ¡¡¡ahí lo conocí!!!
Al principio quizás temiendo el famoso "Cría cuervos y te sacaran los
ojos" o mejor escrito "Ocúpate de la alimentación de las aves
córvidas, y estas te extirparán las córneas, el iris y el cristalino. Sentí que
sintió la necesidad de empezar con la absolución, pero lo interrumpí y comencé
a hacerle preguntas con la necesidad de realmente conocer a quien había sido mi
viejo y que podía enseñarme.
Y así fue
que escuche la versión de la historia pero contada por su protagonista, sin
interpretes ni intermediarios. Arrancó con un: "A mi no me tocaron buenas
cartas de entrada ", sabe usted (Si, me trataba de usted) y asi me relató
toda su vida, a veces las palabras sobran, sólo a veces (Por suerte). Pero a
medida que pasaban los días, la (su) historia mejoraba, empezaba a tener gusto
a victoria. Me decía... y un día logré dejar de afeitarme y eso le sabía a
victoria, porque el era mozo y se tenía que afeitar todos los días. En su
sabiduría a medias me decía que era alguien parecido al que soñó ser cuando era
chico allá en España. El sabía lo que era revolver la harina para encontrar los
caramelos, cavar la tierra para descubrir un tesoro oculto. Odiaba a los indiferentes,
para mi viejo vivir significaba tomar partido.
Abrió su
baúl y yo fui testigo de todo lo que en el guardaba, de pie enfrentó a su
destino, internado se sacaba la mascara de oxigeno y en el hospital me pedía un
pucho (Y yo se lo daba).
Todos los
días su relato comenzaba como pidiéndome perdón "Ya no tengo coartada, ni
argumentos me decía, pero yo lo invadía con mis signos de pregunta que
sirvieron para que complete su historia, jurándole que esos signos de pregunta
no eran despiadados verdugos que dictaminarían una sentencia. Y me enseño que
atravesando los infiernos está la claridad y atravesando el miedo está la
libertad. "Viva de tal forma que cuando muera sea usted el que ría y los
que se queden sean los que lloran, y no al revés", y así fue.
Uno de
sus últimos días arrancó con un "Creo que me
equivoqué...", pero yo no me equivoqué con él y le pregunte:
¿Fuiste
feliz?
¡¡¡Mucho!!! -Me contestó desde el alma que le daba fuerza
a sus pulmones- Ante la eficacia y contundencia de su respuesta entonces y
-sólo entonces- me quedé tranquilo.
Su
enfermedad avanzo, los médicos habían bajado los brazos (pero él no), yo lo
sabía tan fuerte que esperaba, soñaba un milagro (La regla a veces sueña con
ser excepción).
Falleció
en la bañera, pero no era mi viejo, lo había reemplazado un actor y este
impostor es quien se dió por vencido (aún hoy pienso eso) había llevado ese día
al baño su perfume y su crema para la cara (hasta el último día cuidó su
imagen), en un claro indicio de que el viejo hubiese querido vivir y fumar un
tiempito mas…
Y lo que
todos creímos puntos suspensivos eran, en realidad, puntos finales.
Si,
puntos finales. Uno • detrás • del otro •
Entonces
hoy no es tan triste evocarlo en el día del padre aunque no esté, sobre todo si
ese muerto sigue con vida al menos adentro nuestro.
"No
me rompa los huevos, carajo" era una frase con la que mi viejo remataba
todo diálogo conmigo y con cualquier otro interlocutor. Claro que los otros no
lo sabían y trataban de decir algo más, sin saber que la mente de mi viejo ya
estaba muy lejos de ahí, haciendo cosas mucho más interesantes, como debe estar
haciendo en este momento.
Viejo no
me creerías si te confesara lo cerca que a veces que me duele tu lejanía,
todavía tengo la radió Spica que se me cayó del colectivo ese día que íbamos a
ver al Deportivo Español y que armaste e hiciste funcionar nuevamente (No sin
antes cagarme a palos por boludo), verla me emociona mas que el plasma… decía
lo cerca que a veces me duele tu lejanía y lo mías que hoy son tus palabras...
Simplemente
hoy no hay más historia. (La vida es un cuento narrado por un idiota).
Nos divierte
muchísimo compartir historias con todos ustedes. Muchas gracias por
permitírnoslo, nos hemos cagado de risa (mucho con Chris y Damehelio), hemos
compartido alegrías, momentos serios, momentos de dolor. Por loco que parezca
lo hemos hecho.
Gracias a
todos ustedes, lectores, por eso.
Gracias
por preocuparse por mí, en más de una ocasión.
Gracias
por colaborar con nosotros enviando sus historias.
Gracias
por estar ahí hasta ahora.
Gracias a
los que siempre enviaron mensajes y a
los que leyeron en silencio.
Con
Damehelio y con Chris (mi cuñado) compartimos otra actividad (apenas un poco
mas rentable que esta de escribir post) y hasta tanto pongamos el laburo al día
no volveremos a postear. Que se le va a hacer el laburo y los post no van
juntos...Pero a modo de yapa les pedí a ellos, que amaron a sus viejos y que ya
no están, escriban algo sobre ellos.
A
continuación pongo a disposición lo mejor de mí - es decir, a mis amigos - y Chris por favor que no sean esta vez
posdatas.
Fe de
erratas generalizada: En los cuarenta y seis post anteriores donde dice soy
debería decir somos, donde dice hice debe decir hicimos (Y en muchos casos
hicieron).
Viejo, mi querido viejo (Cuento para Nicolás)
Érase una vez una niña traviesa que gustaba de entretenerse con una gomera
en el fondo de su casa plagada de árboles varios, de frutales, bananeros, de
plantas y de animales de granja y no tanto. Sí los no
tanto eran aves exóticas, monos y ñandúes, halcones y pájaros parlantes, garzas
y faisanes. Esa niña sentía esa casa
como mágica pues era como jugar y vivir dentro de alguno de los cuentos de Horacio Quiroga,
cuentos de la selva daría la escenografía de jungla adecuada para describir ese
escenario tan particular establecido en plena ciudad y que dejaba asombrados a
sus amigos y vecinos, a sus compañeros de colegio primero y de facultad
después, por lo particular del lugar, por lo particular de los que la
habitaban, por lo particular de su dueño, que un día decidió que así quería
vivir, dándole su escaso y cansado tiempo a esa casa y a ese hobbie tan
sacrificado que era dedicarse a atender con dedicación tantos animales. Todos
los días después del trabajo y todos los fines de semana sin descanso. Pero era
feliz, eso lo hacía muy feliz.
Y esa niña fue creciendo y admirando a ese ser tan particular y
diferente, que hacía lo que quería, lo que le gustaba, porque sabía que se lo
había ganado. Trabajador incansable, madrugador sin tregua, que no conoció de
subsidios ni avaló subsidiados, acuñó la frase “lo que hacen para no laburar”,
poseedor de un sexto sentido para
detectar vagos, fuerte y rígido a los ojos de todos, noble a ultranza, honesto
a rajatabla, pero sensible y bondadoso con los que se dejaba conocer, ocurrente
para apodar a sus allegados y poseedor de una mirada clara que pasaba de la seriedad más
escalofriante a la complicidad más
tierna.
Amante del campo, de los asados y del lechón, de la familia, de su
esposa a la que llamaba mamá, de la mesa
grande llena de nosotros, sus cinco hijos y sus 11 nietos, leal a sus hermanos,
admirador de Gardel, de los western, de Bonanza y de El Gran Chaparral.
Los habitantes de esa casa fueron testigos de sucesos que luego pasaron
a ser anécdotas tan graciosas como increíbles.
El día en que se nos escapó una yegüita Pony y se largó a correr por la Avenida Triunvirato ,
de contramano y al galope y los chicos corriéndola de atrás esquivando el
tráfico para alcanzarla temiendo que se perdiera. O aquel otro día que tomó
vuelo hacia la calle la garza apodada García
y que cada vez subía más alto hasta que se posó en la punta del semáforo
de la esquina, atraparla fue una
verdadera odisea, Anita, la madre, pudo llegar a tirarle de una de las patas
hacia abajo y la garza le picoteaba la cabeza, pero había que traerla antes que
el dueño llegara de vuelta a la casa.
Miles de situaciones disparatadas se sucedieron en esa casa, en esos
tiempos en que todo estaba en su debido lugar.
Y esa niña que se hizo adulta un día decidió que quería ser madre, y lo
fue de un varón al que lo llamó como su padre para homenajearlo y para que ese
niño llevara por siempre el sello de su abuelo, nada menos que su nombre. La
alegría fue inmensa, indescriptible, pero tan maravillosa como corta, pues la vida le jugó mal a ambos.
La niña nunca entendió bien porqué él tuvo que irse justo en ese momento
¿es que acaso Dios pensó que ella no era capaz de amar a los dos? ¿Por qué no
pudieron vivir en el mismo tiempo? ¿No
había suficiente espacio en la
Tierra para ambos? ¿Por qué no llegó a acunar también a su niño como hizo con los
demás y apretarlo contra su pecho al borde de la asfixia cantando Tino Tino?
Esa niña es Damehelio.
Gracias papi por haberme tenido.
Te amo
Listo
Cuñado: En este blog tengo el papel
de ser "posdata", trabajo detrás de escena, para que los
protagonistas brillen. Pero como pasa siempre quien cocina, se lleva el pedazo
de carne más rico, yo en este caso, no quiero escribir, soy persona de pocas
palabras. Soy un excelente “resumidor” de escritos... puedo reducirlo a una
Frase. "Feliz Día del Padre".
Hice un
videito recordando a mi viejo, Corto pero intenso como yo!!.
P.D.: No
quiero, justo hoy, mostrarme en mi pequeñez, verme ridículo pero trate de
encontrar un tema musical para este post. ¿Y que encuentro? que el pelotudo de
Arjona le compuso a su padre un tema que lleva precisamente el titulo de este
post "Tiempo en una botella" y que dice:
Buscaría
en la botella tu sonrisa
Y tú
forma de andar por el mundo
Si
pudiera una botella guardar tiempos de ayer
Buscaría
volverte a ver
Obviamente
no lo vamos a poner, aún no estamos preparados, es mas nos pone violentos. La
redacción de este tema prueba que el dinero no asegura una educación mas o
menos básica. Estamos seriamente evaluando ofrecerle nuestros servicios
lingüísticos en el dialecto que Arjona habla, cobrarle y así seguir posteando.
Analicemos
este trabajo innovador y tan original:
Buscaría Volver[te] a ver
En
castellano se puede anexar a un verbo un pronombre en este caso es [te]. El
quilombo se presenta cuando tenemos una frase verbal (como es el caso de
'volver a ver'), ¿A qué verbo se lo ponemos al [te]? Ese [te] hace referencia a
un vos. La acción o verbo que recae sobre el [te] es el ver y no el volver. La
frase correcta entonces quedaría "Buscaría volver a verte"
¿Se
entiende Arjona? Si no tenes un manejo elemental del idioma, abstenete de
hacerlo, hace como mi viejo y adherite a los inconmensurables beneficios del
silencio. Particularmente amo el café por ende odio los "TE" ¡¡¡soy
ateo!!!
Ademas
aprendete las canciones que escribís y, cuando te pongan la música, hace como
que cantas. Dejate de joder con el play back, no servis ni como fingiente.
¿Cómo este tipo está vivo todavía? ¿Cómo lo dejan cantar? ¿Cómo?... ¿Cómo?...
Arjona no
queremos volverte a ver y mucho menos volverte a escuchar.
PD1: Mi
viejo se llamaba Roberto (igual que yo) y para quien sigue este blog resulta
obvio que en nada me parezco a él, yo toqué fondo, rebajo el detergente de la
cocina con agua, me coso las medias y
aprendí en Utilisima los sábados a las dos de la mañana como hacer veladores
con cartulina. Talvez obsesionado por sus relatos de tesoros enterrados es que
decidí tener una vida fácil, bastaba con desenterrar uno de ellos para
solucionarla, pero no fue así. En contraposición mi hermana se llama Victoria y
es la encargado de continuar su lucha, yo no puedo dar esa batalla sospecho que
en algún lugar del camino contraje el Bacilo de Koch.
PD2: Envío
desde aquí un deseo de pronta recuperación a Miguel padre de mis amigos Miguel
y Graciela quien ha sido operado a sus 86 años y que está tan bien que no ve la
hora de ver a Huracán en la B.